miércoles, enero 31, 2007

 

Ni sienten ni padecen

En uno de los discos de Ismael Serrano (el que hace en directo con canciones viejas -una forma como otra cualquiera de sacar un disco sin escribir nuevas canciones) cuenta que en México D.F. leyó una pintada en un muro "En esta ciudad hay más radio-taxis que sentimientos".
Frase absurda donde las haya.
Para empezar no entiendo a qué se refiere con radio-taxis; no sé si son las distintas emisoras, los receptores, los coches...
Entiendo que se refiere a que hay mucha gente y pocos sentimientos.
Suena a metáfora para explicar cómo en las grandes ciudades hay mucha gente, tanta gente que se pierde el trato humano y no hay contacto entre las personas.
Seguramente es cierto, uno va siempre rodeado de gente, ampliando la burbuja de espacio personal tanto como es posible y alejado del resto.
Y luego tenemos conversaciones profundas con gente lejanísima, a la que apenas conocemos y en algunos casos ni siquiera hemos visto.

De todas formas, de ahí a decir que no hay sentimientos hay un paso.
Vale que en México, con ese clima, el sentimiento de frío lo tendrán un poco atrofiado de no usarlo. Pero seguro que también sudan, les duele cuando les pinchan y los oídos les chirrían al escuchar según qué canciones.

A veces dudo de los sentimientos de los habitantes de esta bendita ciudad.
No me refiero al amor, compasión, empatía, compromiso... esa es otra historia y yo tampoco soy el más indicado para dar lecciones de relaciones con la gente en el metro.

Lo que tengo claro es que el termostato se les ha estropeado, la ropa se la ponen según diga el calendario, con unas pequeñas correcciones que pueda hacer el hombre del tiempo.

En noviembre aquí aún hacía buena temperatura, tanto como para ir sin abrigo por la tarde. Pero atendiendo a la lógica en esas fechas debía hacer frío y ellos se abrigaban; primero me sorprendí, yo asumía que aquí eran otra raza, tendrían la piel más gruesa para soportar el frío, el frío es sólo un estado mental y ellos controlan su cuerpo... no sé, algo para aguantar el frío invierno que suele ser habitual.
Luego comprendí que no tenían frío ni calor, simplemente era fecha de llevar abrigo y no hay discusión posible.
Ahora que llega el fresco (para mí el frío sí que es un estado mental, y todo lo que sea más de 0º en el norte de Europa es buena temperatura) y están algo más abrigados que en otoño, pero no se aligeran de ropa si no corresponde.
Antes de entrar al vagón de tren ya me he quitado los guantes y me estoy desabrochando la cremallera. Algún día hasta me quito el abrigo y la bufanda (si no lo hago más a menudo es por no cargar con todo).
Soy el único, ahí está la gente, que en el vagón seguro que hay 20º como mínimo, pero mantienen el abrigo puesto, el gorro, la bufanda, los guantes... Y ni se inmutan, tranquilamente, con toda su ropa encima, ¿se habrán dado cuenta de que no hace frío? Que el golpe va a ser más duro al salir, que estos contrastes de temperatura no son buenos.
Nada, ni caso, ellos a lo suyo, si es invierno se va así y punto.
En las tiendas es lo mismo (los guantes sí se los quitan para coger las cosas, pero no sienten la diferencia de temperatura).
En casa ya se quitan el abrigo, parece que en el manual está especificado que en casa no se usa abrigo ni zapatos y se cumplen las normas.

En cuanto a mí, no sé si mi estado de ánimo lo determina la música que escucho en el mp3 o es que según como me siento meto una música u otra en el cacharrín.

viernes, enero 26, 2007

 

Nieve en polvo

Con el título me refiero a la nieve de la que hablan cuando dicen que en Candanchú se puede esquiar este fin de semana.

Recuerdo que de pequeño tenía un juego de cartón, promocional, nada complicado, el tres en raya, las damas chinas o algo por el estilo.
Las fichitas tenían dibujados muñecos de nieve y el fondo tenía el símbolo de los copos de nieve (vaya cosa, un tres en raya se puede hacer tan temático como se quiera).
En algún lado del tablero había un pelícano-mascota que decía que con "la otra nieve" no se debe jugar. Me pasé años pensando que aconsejaba abrigarse mucho en invierno y no salir de casa si nieva, que se puede uno coger una pulmonía.
Peor fue el juego de los caballos. Creo que la edad a la que yo entendí que con "el otro caballo" no se debe jugar era más o menos la edad a la que murió Antonio Flores.

El tema es que por fin ha nevado en esta bendita ciudad.
Ya tenía ganas, que he venido al norte a pasar frío en la patria de la nieve (con permiso de los escandinavos).
Ya cayó la primera nevada de la temporada. Se ha hecho esperar, empezaba a perder la ilusión.
Qué bonito, todo blanco, cayendo copos, tampoco hacía mucho frío... Vamos, que venía tan concienciado de que iba a pasar frío que con los 0º me daban ganas de desabrocharme la cremallera del abrigo.

Y es que aquí la nieve se siente a gusto.
Nadie la agrede con sal, que todo lo corrompe. Simplemente la apartan a los lados para que se pueda pasar sin problemas (coches, bicis, personas...); digamos que educan a la nieve.
Hay unas máquinas, como las de las carreteras, que parece que aspiran la nieve y la lanzan a los laterales, pero de "bolsillo" (tamaño cortadora de cesped).
En algún paso de peatones me ha parecido que esparcen arena o grava, lo justo para que no resbale nadie.
Y en ese ambiente la nieve se siente feliz, blanca, decorativa.
Vamos, que iba del camino al trabajo con cara de tonto, sonriente, viendo todo blanco, los árboles pelados, los lagos helados...
La suerte es que apenas me encontré con gente y con la bufanda casi ni se me ve la cara, porque cualquiera habría pensado que estaba tonto.
Y me da la impresión de que no soy el único que se siente así con la nieve. Con la nieve que tenemos ahora claro, que da lo justo para cubrir el suelo pero ni llega a las rodillas ni nada; ya veremos cómo avanza esto.

Tuve un par de amagos de resbalones. Nada grave, lo justo para asumir que algún día me caeré (supongo que me pillo el día perspicaz).
Estoy pensando que ya que está claro que me caeré, no merece la pena esforzarse en evitarlo, me relajaré. ¿Para qué voy a andar con cuidado, despacio, pisando bien, si al final caeré? Mejor preocuparse por cosas en las que mi voluntad sí importe.

Tenía bastantes ganas de que llegara ya el frío y la nieve, formaba parte del encanto de venir aquí y estaba tardando demasiado.

La idea era como las películas de hadas y magos, cuando el brujo malo está gestando el hechizo (¿conxuro con orujo, quizá?) y todas las nubes se arremolinan sobre su cabeza (nubes grises, negras, a veces rojas, que asustan), formando la tormenta y rodéandolo de rayos, gritando "seres del averno, ¡venid a mí! Jajajaja". Bueno, en mi versión serían seres del frío, pero la idea es la misma.

Sé que en cuanto la nieve suba de dos palmos me arrepentiré de todo esto.


martes, enero 23, 2007

 

Die spinnen, die Römer!

"¡Están locos estos romanos!", ya lo decía Obelix y sigue siendo una gran verdad 2 mil años más tarde.

Ya he encontrado mi fuente de inspiración, al menos de este mes.
Goscinny y Uderzo han conseguido que por fin lea a gusto en alemán.
Llevaré una semana leyendo una historia, no es el ansia de cuando leo en español, que en una tarde se me acaban, pero no está mal.
Teniendo en cuenta de que casi me sé de memoria la historia y aún me acuerdo de algunos chistes me está gustando el invento.
Hasta me emociono cuando entiendo los juegos de palabras; la mayoría los localizo y los recuerdo, pero no todos puedo entenderlos directamente -no todo podía ser tan bonito.

Efectivamente, están locos estos romanos (quizá todos los italianos).
Coches para un lado, para otro, adelantando por derecha e izquierda, tocando el claxon... y de las motos mejor ni hablar.
A las 2 del mediodía igual que a las 2 de la madrugada, tarifa plana de locura.

Yo me creía lo que decía Einstein de "Dios no juega a los dados con el universo", pero me da la impresión de que en Roma decidió hacer una excepción y lanzar los edificios al aire; donde caían se quedaban: calle estrechas llevando a plazas con monumentos increíbles.
Parece que Nerón se lo veía venir y trató de cortar de raíz quemando todo para empezar las cosas bien, desde cero.
Un incomprendido este Nerón, que tendría al menos la esperanza de que la historia reconociera sus méritos y ni eso le quedó.
Por lo desordenada que se ve la ciudad, tampoco sirvió de mucho.

Me gustan poco los prejuicios (de hecho intento deshacerme de ellos), pensé que viajando me desaparecerían.
Otro objetivo sin cumplir, no sólo no acabé con los tópicos sobre Italia, sino que se han reforzado y han aparecido algunos nuevos.

viernes, enero 19, 2007

 

Huracán categoría 13

O categoría 11, ó 29, que al fin y al cabo todos son números primos.

Ya he vivido mi primer huracán.
El Instituto Nacional de Meteorología de España dice que sólo es una borrasca gorda, que se crea confusión por la manía esta de poner nombres a las tormentas.
Claro que es fácil hablar cuando uno ve las cosas que pasan allá a lo lejos.

De todas formas, ya sospechaba yo que los alemanes son un pelín exagerados.
La policía lanzó la alerta de que por la tarde no debía nadie salir a la calle por el riesgo de caída de árboles, muros, paneles de publicidad, etc.
Y aquí todos se toman en serio a la policía: cerraron los colegios y llamaron a los padres para que fueran a buscar a los niños.
Para buscar a los niños los padres tienen que salir del trabajo. Y además, si nadie puede estar en la calle por la tarde tendrán que salir antes de trabajar para llegar a tiempo de encerrarse en casa.
Conclusión: a mediodía (hora de comer en España) cerraban oficinas, instituciones, tiendas, colegios...
Me imaginaba yo en España a los jefes en un caso así diciendo "que dice la policía que lo mejor es no salir a la calle, ya hemos llamado al chino de la esquina para que traigan comida. Pensando en vuestra seguridad hemos decidido que lo mejor que se puede hacer es que los empleados pasen la noche trabajando. Porque a nuestros empleados los queremos como si fueran nuestros hijos".

En fin, como uno está aquí para integrarse, nos fuimos a casa a comer, nos juntamos unos cuantos en una casa a ver una peli y a mirar de vez en cuando por la ventana, que una cosa así no se ve todos los días.
O sí, porque era una tormenta gorda, con lluvia racheada y mucho viento sí, que no hacía para ir con al cometa, pero la que lían es pequeña.

Claro que a mí me hacía ilusión ver volando a una viejecita con el pañuelo en la cabeza.
O, mejor aún, con la bolsa de plástico cubriendo el peinado (aunque creo que esto aquí no se lleva. Ay, me pongo sentimental con estas costumbres españolas y me emociono).

Que entiendo que las autoridades prefieran cubrirse las espaldas y avisar a la gente para que haya menos accidentes (y, si los hay, que sea culpa de las irresponsables personas).
Si hasta me hacía ilusión vivir un huracán aquí. No pudo ser.
Será que no tengo conciencia del peligro. Qué peligro.

A veces este bendito país también consigue decepcionarme.

martes, enero 16, 2007

 

Somos lo que comemos?

Siempre me pareció que esta frase no era especialmente acertada.
¿Acaso el que come muchos espaguetis se vuelve alto y delgado?
¿O el tragasables es capaz de cortar cosas con el brazo?

Sin embargo, últimamente empiezo a pensar que algo de razón sí puede haber en todo esto.
Por estas tierras se comen bastante cerdo. Yo aún no tengo una opinión formada, pero la mayoría de comentarios apuntan a que, efectivamente, hay bastante cerdo suelto.
También veo bastante pollo. De rebote, creo, aparece el pavo y el pato (el pato es fácil de encontrar en el super, no como en España).

Y luego me pongo a pensar en lo amantes de la naturaleza que son y los vegetarianos que me he ido encontrando.
Todos los puestos con kebab (y pollo asado, aprovechando la infraestructura montada) supongo que indican el cariño mutuo entre alemanes y turcos, que me da la impresión de que no se hablan ni para preguntar una dirección.
Claro que por otro lado los alemanes que quieren viajar a Turquía no tienen que pagar por el visado (frente a los españoles, entre otros, que tienen que abrir su mente y su bolsillo para visitar aquel país).

Por otro lado me encuentro ejemplos que me dicen que lo que uno come no afecta a lo que uno aparenta.
Recuerdo la leyenda de que la gota era una enfermedad de ricos, por aquello de que lo provocan el marisco y las carnes rojas. Pero teniendo en cuenta que el tomate también está cargadito de ácido úrico ya no sé qué pensar.
Por mucho que uno coma pescado, si no se acerca de vez en cuando al agua nunca conseguirá nadar (y sin dejarlo para más adelante, porque de los 40 para arriba...).

Después de un rato pensando en esto me miro al ombligo para pensar en qué me puedo convertir con lo que como aquí.
Realmente no lo sé, por fin me estoy quitando de la afición a cocinar en casa a base de comer fuera. Total, que el tiempo que quería ganar dejando la cocina no lo invierto en estudiar, sino en estar fuera de casa.
Pero en cuanto a lo que como por esos extraños lugares que encuentro en esta bendita ciudad, Asia está bien posicionada, con sitios thais, indios, y otros países aún más pequeños y no tan típicos por su cocina.
Los italianos tampoco llevan mala posición, más aún si consideramos italianos a los sitios de comida rápida que venden pizzas, tienen dibujada la bandera de Italia y que suelen estar regentados por turcos.
Turquía tiene también un lugar en mi estómago, fundamentalmente por el kebab, aunque ahora he descubierto el boret y a veces tengo que pensar qué pedir cuando entro en uno de estos sitios (¿Turquía debería incluirlo en comida asiática o europea?)
Y los alemanes que, en contra de lo que imaginaba antes de llegar aquí, también tengo sitio para ellos y sus cosas típicas más las que se adhieren de alrededor. Como ejemplos pueden estar el filete empanado, que juraría que pega más para Austria, aunque es uno de esos platos del que todos los países se apoderan; el gulash, que es un estofado de origen húngaro (pero sería muy en sus orígenes, porque está bastante extendido en los países de alrededor); los gnocchi, que deben de ser italianos pero me recuerdan mucho a los knödel; y tantos ejemplos.

La conclusión que saco, dejando de lado la modestia, es que con la gastronomía me estoy volviendo un poco multi-culti.
Esto me recuerda el plan que tenía de cambiar el poster de mi habitación en España, que era una mapa de España que se estaba ajando, sobre todo en las puntas, y ya pedía un cambio.La renovación que me planteaba era dejar a un lado España y sustituirlo por un mapa que abarque más países (que el actual me sirve para saber distinguir Getafe de Leganés, pero se me estaba quedando pequeño). La duda ahora es si debería buscar un mapa de Europa o lanzarme al mundo directamente. En este sentido me siento un poco de pueblo, sin especial interés por salir del continente.
Con la ilusión que me hace que me pongan sellito en el pasaporte, no hago para conseguirlo. Aunque esto, en fin, creo que deberían poner en todos los aeropuertos un tampón (ni siquiera hace falta funcionario) y cada uno que se ponga el sello si quiere.

Sabía yo que no era cierto eso de que ser europeos sólo nos traería ventajas.

viernes, enero 12, 2007

 

Si es que el que tiene clase...

Efectivamente, tengo clase. Un día a la semana, 2 horas y media concretamente.

Como propósito de año nuevo esta vez me toca estudiar alemán. Estudiar de verdad, no sólo leer los carteles del metro y los titulares de los periódicos en los kioscos.

Alguna vez me he planteado ponerme a fumar, para tener todos los años un fijo que incumplir (dejar de fumar), pero es de esto que uno va dejando y al final nunca hace.

No es una de esas cosas que me guste (los propósitos de año nuevo, los idiomas me gustan -de tal forma que a veces hasta me preocupa-), los propósitos de enmienda nunca están de más. Esta vez ha tocado empezar algo en enero.

A los clásicos también suelo recurrir, pero no hay fechas marcadas.
Cambiar de trabajo siempre está presente mientras la NASA no sé entere de que, aunque esté en otro sitio, para ellos siempre estoy disponible. Tendré que volver a revisar Armaggedon, pero no recuerdo que Bruce Willis les enviara nunca el CV y allí fueron a por él con sus coches y toda la parafernalia.

Otro clásico, como acudir al gimnasio, no lo suelo usar.
Para una vez que lo hice no fue por el cambio de año, sino porque tenía ocupadas sólo 5 horas al día y necesitaba algo para no volverme loco. Me apunté a todo el gimnasio pero sólo usé la piscina y, según los cálculos que hice al empezar, lo amorticé. Me siento muy orgulloso de esos 6 meses.

El tema es que ayer empecé las clases. Curioso estudiar un idioma sin usar el idioma propio.
Ya me pasó cuando estudié danés en inglés (un 2x1 en toda regla, eficiencia por todo lo alto).
Ahora toca estudiar alemán en alemán, que no llega a ser el doble pero sí es más que alemán en español. Sobre todo el tema de traducir palabras, que muchas veces los profesores se acababan rindiendo después de 5 minutos gesticulando y buscando sinónimos y acababan explicando en español.
Ahora no hay opción, todo en alemán. Claro que como todo el mundo lleva su diccionario, al final los alumnos son los que se rinden; incluso a veces se recurre al inglés o cualquier otro extranjerismo (aquello de "hasta la victoria siempre" ya pasó de moda).
Para ser profesor se necesitan aptitudes como saber motivar al alumnado, saber explicarse, tener paciencia... Para ser profesor de idiomas me da la impresión de que lo más importante es ser medio adivino.
Cada uno tenemos nuestro acento (es España todos tenemos uno parecido, pero las clases multi-culti tienen otro encanto), y nos lanzamos a la piscina de distinta forma (los españoles recurriendo a latinismos que a veces cuelan y acaban siendo cultismos en alemán).
¿Cómo es posible que un profesor sepa a qué nos referimos y sea capaz de corregirnos? Puede que todos digamos las mismas cosas y ellos sólo busquen en la lista estándar con qué cuadra mejor lo que han oído. O puede que conozcan tantos acentos que el oído haga el cambio a uno u otro. Me decanto por lo primero: todos somos iguales en el fondo, hasta en lo de creernos que somos diferentes.

Motivación, motivación, busco motivación.

martes, enero 09, 2007

 

Verde que te quiero verde

Desde siempre había pensado que los alemanes eran muy ecológicos.

Seguro que había parte de leyenda en eso, pero también había bastantes pruebas.

No he conocido a muchos vegetarianos, pero de una u otra forma siempre estaban relacionados con Alemania (eran alemanes, los he conocido en Alemania...).

Las calles están poco iluminadas para ahorrar energía (o dinero, que también son un poco tacaños), tienen parques por todos lados (aunque lo de Berlín llega al punto de que alguna vez he encontrado un zorro a la salida de la oficina), aún siguen siendo punteros en energías renovables (hasta que en España empezaron a subvencionarlo y las eléctricas montan molinos de viento aunque no sean rentables), les encantan los animales (y educan a los perros mejor que en España), montan unas muy gordas cada vez que sale el tren de residuos de las centrales nucleares (claro que ahora que los rusos cortan el grifo del gas quizá deberían replanteárselo), casi siempre han tenido un partido verde en el parlamento, usan la bici sin que eso signifique que son menos que los conductores, el tren funciona bastante bien (y el transporte público en Berlín no digamos), los supermercados no venden latas de refrescos porque son difíciles de reciclar (sólo botellas con casco retornable que luego muchos se encargan de rebuscar en las papeleras para ganar dinero -hasta en algunos bares cobran 1€ por el vaso que devuelven al entregarlo de vuelta-) ...

Al llegar aquí se me cayeron algunos mitos, por ejemplo llevan muchos años con la separación de residuos, pero no todos le hacen caso, no respetan tanto las bicis.., detalles que hacen que el resto pierda valor.

Y lo último ha sido la Navidad. La resaca navideña, más bien. Me encuentro por las calles los abetos tirados, cortados por el tronco (ni raíces ni nada), ya han cumplido su función durante un mes y un camión pasará para recogerlos.

Con toda la que montan en España para que la gente no compre abetos naturales, que si lo hacen sea con raíces y luego los trasplanten.
Nada, se compra, se usa y se tira, ¿para qué más?

Decepcionante, me ha entristecido descubrirlo; aunque no está claro si es mejor el árbol natural, biodegradable, que el de plástico, que se usa varios años pero tarda muchísimos en descomponerse.

miércoles, enero 03, 2007

 

Están locos estos germanos

Las costumbres en nochevieja en esta ciudad son diferentes a las españolas.
No necesitan comer doce uvas (les basta con hacer una cuenta atrás de 10 a 0 para empezar el año), ni llevar algo rojo, ni nuevo, ni viejo, ni levantar un brazo, ni meter un anillo en una copa de champán, ni pisar con el pie derecho, ni ver a Ramón García... lo que simplifica bastante la fiesta (si fuera verdad que por no hacer estas cosas el año empieza mal, debería ir pensando en encerrarme en casa).

Lo que sí parece que necesitan es tirar cohetes.
Los venden en cualquier lado: en las tiendas de chinos (sí, aquí también hay tiendas de esas que se esfuerzan por alcanzar la excelencia en el campo de la inutilidad -si dedicaran la mitad de esfuerzo en hacer las cosas bien como se esmeran en hacerlas mal...), en los supermercados (la mitad del folleto informativo de ofertas la ocupaban los petardos), en las tiendas que abren hasta altas horas de la madrugada (que suelen ser, al mismo tiempo, locutorios), yo creo que hasta en los kioscos de prensa).

Una locura me parece a mí eso de vender a cualquiera (a partir de 16 años, eso sí).
Son todos tan apasionados de los cohetes como irresponsables.
Según una teoría que me han contado para explicar por qué hay tanta libertad es que así intentan evitar que vayan a Polonia a comprarlos (que aun así lo hacen, que los más divertidos deben de ser los prohibidos aquí, o algo así).

El caso es que desde que terminan de comer el día 31 se dedican a quemar pólvora, sin discriminar a nada ni nadie.
Según se acerca la hora de la verdad aumenta la emoción (y la intensidad), hasta que, después de las 12, se dedican a tirar petardos y cohetes como locos.
Auténticamente locos, que da igual que haya gente o no.
Tecnología alemana 100%, metiendo las varas de los cohetes en una botella de champán.
Y así hasta que se acaban los cohetes (supongo que ya tienen estudiado de antemano cuántos cohetes echar por hora para teminar a la hora que tenían previsto desde la mañana).

Según me han contado, de todas formas, esto no es lo que era, antes había el triple de cohetes (y a la mañana siguiente el triple de cartuchos en el suelo).
La inflación, el paro, la crisis y todas esas cosas que hacen tan atractiva esta ciudad ("Arm aber sexy" -pobre pero sexy, como dijo algún político-) provocan estas cosas.
Aunque no todos a los que he preguntado están de acuerdo con que haya menos (ay, si leyera más la prensa...).

Aparte de eso, el alcohol es la reina de la fiesta, supongo que más o menos desde que anochece hasta la mañana siguiente (evidentemente, sólo los más fuertes comienzan pronto y aguantan hasta el final, ya lo decía Darwin).


martes, enero 02, 2007

 

Año nuevo...

A la vuelta de la resaca navideña he descubierto que esta ciudad tiene ahora un hueco del tamaño de un cráter. La persona que me enseñó a amar Berlín ya no está.

A pesar de que sabía desde el principio que esto pasaría, me siento huérfano, no he tenido tiempo de prepararme.
Me vienen tantas imágenes a la mente: el dueño de Lassie ordenándole que se marche por su propio bien; la madre de Marco cruzando el charco; Heidi abandonando a su abuelo para cuidar de Clara; Terminator 2 despidiéndose al caer en el acero fundido ("Hasta la vista" decía en todos los países excepto España); David el Gnomo -y señora- convirtiéndose en árboles (cuántas lágrimas derramadas por un ecologista que usaba a los animales como fuerza de trabajo); Mary Poppins volando lejos con su paraguas; Matt Damon en "El Indomable Will Hunting" mudándose a otra ciudad, sin ni siquiera despedirse; Dorothy golpeando sus zapatos para volver a casa desde el Mundo de Oz; Patrick Swayze en Ghost subiendo al cielo después de cumplir con su tarea como espíritu salvando a la chica; Wendy marchándose de Nunca Jamás, dejando sin madre a los niños perdidos; Tom Hanks en Big volviendo a la infancia y dejando a la adulta con el regusto de la pederastia; el maestro ciego de Kung-Fu enviando al pequeño saltamontes a recorrer el mundo; ET entrando en su nave...

Podría haber sido peor: las tortugas dejan los huevos enterrados en la playa y ni siquiera esperan para decirles a sus hijos lo difícil que lo tienen; la osa panda que tiene 2 oseznos abandona al más débil por no poder atenderlo; algunas aves arrojan a las crías al vacío para que aprendan a volar...

También podría ser mejor: el señor Miyagi nunca abandonó a Daniel-San; la princesa Fiona se mantuvo ogro para no alejarse de Shrek; a una garrapata hay que quemarla para que se aleje de su perro; la canción del verano no sale del cerebro si no es con otra canción aún peor; el Equipo A no era imaginable si Fenix no sacaba a Murdock del manicomio; Obelix nunca dejaba a Idefix en casa, aunque fuera un perrito muy pequeñito (y si había que engañar a Asterix, se le engañaba)...

Y una vez que me he traicionado a mí mismo escribiendo una entrada sentimentaloide en memoria de alguien y que casi nadie entenderá, seguiré en el capítulo de "cosas a no hacer" y decidaré la entrada al club de fans de Alcalá, que en un instante acabaron con todas las dudas que me asaltan siempre que empiezo a escribir.
Por si fuera poco, voy a añair una foto, que nadie entenderá y que me encantó como regalo de cumpleaños (nunca hubiera imaginado que yo fuera tan poco materialista).


Si hubiera visto Casablanca supongo que diría que siempre nos quedará París.
Tantas canciones sonando en mi cabeza...

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