miércoles, noviembre 29, 2006

 

Entre tinieblas

Esta bendita ciudad es oscura. Oscura como mi alma. Oscura como mi habitación después de poner los cartones en la ventana.

Tengo una sensación de bondad infinita, esos cartones cuyo único sentido en la vida era proteger una cama de Ikea (barata, para mayor desgracia suya) y terminar en el contenedor de reciclaje en el mejor de los casos han recibido una segunda oportunidad.
Tienen la misión de cuidar mi sueño, se podrán lucir mucho más, el tiempo de vida será mucho más largo (casi un año).
Me siento orgulloso de esta acción, después de un mes de prometerme que mañana lo hago.
Y feliz, cada mañana cuando me despierto con la radio (nunca más con la luz) y veo la oscuridad, aceptable aunque no absoluta.

El próximo paso será disimular los cartones pintando algo en ellos.
Suponiendo que las acuarelas que no uso desde el instituto funcionen y yo tenga talento suficiente estaba barajando varias posibilidades:
Podría representar un fondo oceánico abisal, donde nunca llega la luz del sol. Precisamente, sol no quiero en la habitación.
Podría dibujar una puesta de sol, ya que será la única forma de verlo desde la habitación (imposible incluso con la ventana abierta, que da a un patio interior).
Podría pintar algunos animalitos, que quede bonito y bucólico.
O coger 3 botes de pintura, tirarlos al cartón y dejar lo que buenamente salga, que para eso estoy en un barrio bohemio de artistas.

En cualquier caso, eso no lo haré durante lo que queda del año, tengo tiempo de sobra para ir planeando y haciendo bocetos.
Siendo realista sé que se quedarán los cartones como están ahora.

Todo esto para contar que la ciudad es oscura, no como una peli de Tim Burton, con edificios altos y oscuros (que también los hay); ni oscura por el nublado continuo (que tampoco es para tanto, no exageremos).
Es oscura por las noches (como todas): no se gastan demasiado en iluminar las calles.
Aún no sé si es por ecología o por tacañería (seguramente hay un poco de cada), les gusta poner las farolas imprescindibles en las calles. Para no tropezar con las cosas y a veces ni eso.
En los parques la situación es peor aún, a veces veo sombras de gente y de perros, lo justo para no chocar con ellos.

Ahora que han inaugurado la decoración navideña (hace 2 días en las calles, en los centros comerciales llevan casi un mes) y están las fachadas y los árboles llenos de lucecitas por el centro, en el resto sigue todo igual, a partir de las 5 se hace difícil ver algo.
Podría ser peor, al menos las tiendas suelen tener los escaparates muy iluminados (no todas, sólo en las calles comerciales).
El otro día aparecí sin querer por una calle residencial y la luz de la bici era la más intensa.

Y sin embargo, no suelo tener sensación de inseguridad.

viernes, noviembre 24, 2006

 

Inventó Dios la tele, y vio Dios que era buena

Seguramente aún no estoy preparado para contar esto, debería docuentarme antes de hablar. ¡Qué atrevida es la ignorancia!

Quería hablar de televisión, aunque hace mucho que no veo la tele, yo estudio.
Menos cuando me pongo algún DVD, siempre se considera que ver la tele es estudiar alemán. Hay otra excepción, que es cuando estoy viendo la tele tumbado en el sofá y me digo "ya que estoy aquí tumbado, me echo una siesta".

En todos lados hay televisión basura, en este bendito país no tanto como en España (claro que España aún no llega al nivel de Italia, recemos por no alcanzarlos).
Eso sí, los alemanes con la telebasura, como con los contenedores de basura, prefieren tenerlos escondidos.

Haciendo zapping, además de las típicas series (Perdidos, Mujeres desesperadas, House, Anatomía de Grey...) también están los típicos programas (famosos patinando en hielo, Popstars, el Diario de Patricia).
Mención especial merecen Gran Hermano, que lo he visto anunciar pero creo que aún no comenzó la temporada (deseando estoy de comprobar si son ciertas todas las cosas que he oído de Gran Hermano y la falta de pudor de sus concursantes) y ¿Quiere ser millonario? que es exactamente igual: la misma música, las mismas luces y colores (juraría que incluso el presentador hace los mismos chistes y gestos con la cara).

Lo que más suelo ver es un canal que me recuerda a Tele5, aunque la traducción sería más bien pro7.
Y el único programa que sigo con más o menos frecuencia es uno que me recuerda al de Buenafuente, aunque no he visto monólogo ni colaboradores y el presentador se parece sólo en la perilla (y no mucho, porque este es rubito).
El otro día vi en el programa cómo entrevistaban a una cantante estadounidense en inglés.
Ni traducción ni bobadas; ahí, a pelo.
Me da a mí que es más bien un farol, porque el alemán de la calle entiende inglés como un español el italiano (como siempre, depende de quién toque en la calle entiende mejor o peor). Pero me encantó, ¡entendía algo de la tele!
Y el presentador del programa hace de vez en cuando especiales: un día hizo una carrera de coches, donde el objetivo era chocarse con otros coches a ver quién aguantaba más.
Otro día era noche de bolos, y el presentador jugaba contra otros famosos. Lo mismo ha hecho también con dardos.
Y otro día jugaba él contra gente de la calle, al billar, a escalar paredes... Si el concursante ganaba se llevaba dinero.
No sé si estará amañado o el tío será una máquina, pero en los resúmenes que he visto siempre gana.

Mamachichos no hay, no. Si acaso las chicas que piden que les mandes un SMS porque están en casa aburridas.
Unos tíos jugando al póker con la mesa de cristal para que el espectador sepa las cartas de todos.
"La cena perfecta": un grupo de 5 personas que cada semana uno organiza una cena y el resto le pone nota (a la comida, al anfitrión y su conversación, a la decoración de la mesa...).

No hay nada nuevo bajo el sol, y lo que parece inventado seguro que es copiado.

lunes, noviembre 20, 2006

 

On the first day of Christmas my true love gave to me

Hay una canción navideña de los países anglosajones en la que una chica (tiene que ser chica, que son las que siempre reciben los regalos) va enumerando los regalos que le hace su amado.

El primer día de la navidad,
mi amor me regaló
una perdiz en un peral.


El segundo día le regala 2 tórtolas (y vuelve a recordar lo de la perdiz).
Así va avanzando hasta llegar a 12 días, en ese día hace la recopilación total: 12 tamborileros, 11......., y una perdiz en un peral.
Bastante absurdos todos los regalos, no sé qué pretenderá el enamorado.

Convencido estaba de que serían 24 días y se refería a Adviento, pero en realidad va desde el día de navidad hasta la Epifanía el 5 de enero.

Es una canción bastante popular pero que en las clases de inglés de los coles españoles no suelen enseñar y a la que hacen referencia muchas veces en pelis y series americanas (claro, hacen un juego de palabras con esta canción y en España no pillamos el chiste, porque no sabemos de qué va la historia).

Todo esto para contar que me he comprado un calendario de adviento.
Este invento tampoco está muy explotado en España, incomprensible, porque estas son las cosas que te hacen apreciar la navidad, no las bolitas del Corte Inglés.
¿Hay un refrán que dice que las fiestas se disfrutan en las vísperas? Pues tendré 24 vísperas.

Es un calendario con 24 ventanitas, cada día de adviento se va abriendo una ventanita y comiendo la chocolatina que hay debajo.
Es un poco infantil, muy colorido y los dibujos muy típicos navideños e infantiles.
¿Qué más da? Me hacía ilusión la tontería esta, que nunca he tenido y probablemente nunca tendré este calendario después de ahora.

Ahí está el calendario, esperándome en casa, a ver si lo cuelgo en alguna pared.

Ahora sólo queda esperar al 1 de enero para empezar a comer chocolate.


viernes, noviembre 17, 2006

 

Fashion-victimismo

En esta bendita ciudad también hay gente con dinero.

Claro, uno se va a vivir al este, con los bohemios, los punkies, estudiantes y demás fauna y se cree que por ir a un super con más de una marca de cada producto ya es el colmo de la sofisticación.

Ayer se me ocurrió ir a Ku'Damm, la zona pija de la ciudad (en el oeste, por supuesto).
Sé que seré acusado de fatalista y de paleto, pues de todo esto se ve en Madrid, pero me dejó bastante impactado.

Se me ocurrió entrar, para abrir boca, en KaDeWe (Kaufhaus des Westens -la tienda del oeste, o algo parecido) y ya se notaba el calor de la navidad (y de la calefacción, que también ponía de su parte).
Es como el Corte Inglés, pero en pijo, con una decoración brutal, lleno de luces por todos lados, con balconeras en todas las plantas que te permiten ver la entrada.
Y luego en cada planta hay como zonas diferenciadas, pero cambia totalmente la decoración de las paredes, del techo, sin entrar por ninguna puerta ni nada, simplemente paseando ya se notaba que estaba en una zona de otras marcas.
En serio, más exagerado que lo que yo había visto hasta ahora.

Al salir decidí pasar de largo por las tiendas de zapatos de varias plantas y la que ponía Nike-Town y se me ocurrió entrar en Zara, que parece de lo normalito pero se ve que al salir de España se crecen y se convierten en élite (¿qué pensarían aquí si descubrieran que existe Tara?).

Bueno, y la tienda que me dio la puntilla, ni idea de qué cadena será, pero nada más entrar me encontré unas 50 mesas llenas de camisas (así, sin exagerar), más todas las baldas, más otra zona de camisas en otra planta.
Es que eso no lo veo práctico, se produce ahí una sobrecarga que es imposible ver todo, hace falta algún criterio para saber qué dirección tomar, no puedo con tanto.
Que me parece bien poder elegir, respeto la gente que cree tomar las decisiones importantes de la vida, aunque no está mal la opción: "quiero una camisa, verde, manga larga, de mi talla".
Esto ya me parecía pasarse de la raya, porque para las bufandas había lo menos 4 mesas repletas de bufandas de distintos tamaños, colores, cuadros...

Teniendo en cuenta la de gente que estaba allí de paseo (como yo, pero quizá ellos disfrutaban más) y que esas tiendas consiguen beneficios, está claro que hay bastante gente con dinero dispuesta a gastarse esas burradas que veía por ahí.
Después de una hora excasa entre unos sitios y otros acabé saturado, no daba ya más de mí.

Todavía tengo pendiente aprender a encender el horno de casa, no sé por dónde acercar el mechero.
La opción de dejar abierta un rato la llave del gas y luego acercar la llama para averiguar por dónde sale no me parece mala, claro que me da reparo gastar tanto gas a lo tonto.

martes, noviembre 14, 2006

 

Muletas y muletillas

Siempre me ha gustado bastante el concepto de las muletillas del lenguaje.
Igual que las muletas sirven para ayudar al que no puede andar bien, las muletillas las usa el que no sabe o no tiene recursos suficientes para hablar bien.
De pequeño (y de mayor también, a qué negarlo) me imaginaba a la persona hablando con una pequeña muleta en la lengua que le ayudaba a hablar.

Hombre, no es para tanto, en el fondo todos tenemos nuestras coletillas que siempre usamos.
Pero usar siempre la misma y demasiado a menudo siempre me ha parecido caer bajo.

Sin embargo, al hablar en idiomas me parecía una muestra de integración.
Creo que la sensación es de estar tan integrado con el idioma que se sueltan esas muletillas de forma inconsciente, no es traducir directamente del idioma materno al de destino, sino hablar directamente en el idioma final.

Así lo pensaba con el inglés y así lo pensaba con el alemán.
Quizás el tiempo y la madurez me hacen cambiar de idea, no me gusta tener tantas coletillas en alemán.
Ya me sabía las típicas de "y tal", "y eso", "pues bueno", "así que", "¿o qué?", "¿no?", "¿vale?" pero no las solía usar porque no me salían.
Cuando empecé a darme cuenta de que las soltaba me gustó, ya está, decía, ya estoy metido en el meollo del idioma.

Pero ya cansa. Ahora me salen solas, luchan por salir en todo momento.

Tengo mis favoritas, como todo el mundo, no suelto todas a cada momento.
El caso es que ya me he dado cuenta de que la mitad de la frase ni la digo, un "y eso" ya sirve para ahorrarme buscar 3 palabras más en la memoria y dejar la frase colgando. Que cada uno decida su propio final.

Después de un tiempo tratando de cogerlas porque me gustaban ahora llega el momento de esforzarme en dejarlas porque no me gustan.
Qué malo es ser un veleta.


jueves, noviembre 09, 2006

 

Con dinero y sin dinero

Esta bendita ciudad está llena de punkis (o punkies, no sabría bien cómo escribirlo, por economía del lenguaje usaré la primera opción).

No es que todo el mundo vaya por la calle con el pelo de cresta, en eso son algo más discretos. Simplemente se les ve la pinta, van casi iguales que los revisores del metro, pero suelen ir con perro.
A veces uno se pregunta quién va más limpio, si el punki o el perro.

No molestan, forman parte del encanto de la ciudad; sobre todo del encanto del este, diría yo.
En mi barrio hay bastantes. Cada vez que llego en tren a casa hay algunos a la salida de la estación, descansando, pidiendo, filosofando en general.

Por lo que entiendo cuando me hablan, piden el billete de tren que sobra (esto exige explicación: aquí el billete de transporte te da la posibilidad de usar todos los transportes públicos durante 2 horas. Imagino que si el viaje te duró una hora, ellos quieren el billete con una hora aún disponible).
No tengo claro para qué lo usan, está claro que para entrar al tren no es, porque seguramente ellos quieren seguir en la estación y porque no creo que les importe colarse.
Supongo que lo que hacen es revenderlo a alguien que quiera hacer un viaje corto y aún pueda usarlo.
El caso es que nunca me han ofrecido billetes, imagino que se pondrán al lado de la taquilla y cada uno decide a quién le quiere comprar el billete: al taquillero o al punki.
También se dedican a vender periódicos.
No me he parado tanto como para saber si es la versión alemana de "La Farola", si es el periódico del día anterior o si tienen algún acuerdo con un kioskero (y si le pagan al kioskero).
La otra opción es pedir directamente el dinero.
El otro día en la calle creo que me vino uno, me soltó un rollo y al final me preguntó si podía ayudarle con 90cent.
Le dije que no, porque no sabía para qué era; a ver si lo quería para vino, que yo estaba mirando por la salud de él.
Claro que también puede ser que lo quisiera para llamar por última vez a su abuelita, que está gravemente enferma y quería hablar con ella por última vez, ya que no podía ir a verla y se sentía muy apenado.
En ese caso no tengo corazón. Aunque más bien lo que no tengo es oído para el alemán.

Otro día me fui un poco más al centro y vi trileros.
No me voy a escandalizar ahora por ver eso en una capital (menos aún aquí, donde mi capacidad de sorpresa se ve sometida a prueba continuamente).
Lo que más me sorprende es que esa gente aún puede ganarse la vida así; es decir, existe gente que todavía pica en eso.
Y es que además son muy malos, pone el tío el trapo en el suelo y las 3 cajitas con una bolita. Alrededor hay 4 amigos, descaradamente amigos, que abren la cartera, sacan un billete de 50 (es lo único que tienen en la cartera), eligen una caja, aciertan y el otro les da un billete de 50 del fajo que tiene en la mano.
Tarifa plana: 50€ la apuesta.
Mueve las cajitas y otro amigo hace lo mismo. A veces incluso hacen gesto de alegría por ganar.

Pero vi varios grupos solos el trilero y los 4 amigos alrededor, haciendo el paripé o ni eso, simplemente hablando como amigos.
Otros grupos tenían algún pardillo (más el amigo del pardillo tirando de él para sacarlo de ahí).
El truco debe de ser hacerlo todo muy deprisa para que no dé tiempo a pensar, pero se les ve a la legua.
A todo esto, el trilero y los ganchos mirando continuamente alrededor por si acaso.
Vi a un turista intentando hacer fotos y los ganchos tapándolo, hasta que lo debieron amenazar y dejó de intentarlo.

Recorrerme más de 2000km para ver algo que tengo tan cerca de casa...

lunes, noviembre 06, 2006

 

El conciertazo

Por fin llegó un concierto, que me vine aquí pensando que estaría todo el día viendo artistas revelación y hasta ahora nada.

Lo de conciertazo es un poco exagerado, era un concierto en un local muy chulo, con 3 plantas y escaleras donde no venían a cuento.
Bastaría para hacer el "Pasaje del Terror" sin actores ni nada.
En la planta baja en plan discoteca, la primera con una barra bastante larga y arriba con mesas para comer (fast food, tampoco cosas elaboradas).
El sitio estaba lleno de guiris, pero no eran alemanes (sí, siguen siendo guiris incluso aquí), me pareció que la mayoría eran yankis.

Los 2 grupos que tocaron (el plato fuerte y los teloneros) no es que me entusiasmaran (yo diría que, al menos los principales, eran una mezcla entre U2 y OBK, pero me callaré para evitar ser acusado de herejía).
Lo que me gustó bastante era el concierto como concepto, con los artistas tan cerca del público.
La posibilidad de alargar la mano y soltarle un bofetón al cantante siempre anima.
No es que quisiera hacerlo ni se lo merecieran, pero si hubiera querido habría podido, y eso tiene mucho valor.

Al salir de allí conseguí un autógrafo. No de un cantante ni nada, pero me hizo ilusión.
Claro que esa... esa es otra historia.


viernes, noviembre 03, 2006

 

Rojo amarillo y... verde!

Me sorprende que para limtar la probabilidad de ser atropellado como peatón o ciclista nadie haya sugerido no saltarme lo semáforos (gracias mamá, me alegra ver que ya no te escandalizas por cualquier tontería que digo).

En esta bendita ciudad los semáforos son básicamente como en cualquier sitio: 3 colores.
Del verde pasa al naranja y de ahí al rojo.
Cuando está en rojo se enciende a la vez el naranja y de ahí pasa a un verde solitario.
Está bien, da la opción a los conductores de prepararse y salir disparados en cuanto llega el verde.
Sospecho que el semáforo de las bicis se pone en verde un par de segundos antes; debe de ser para ofrecer cierta ventaja y darles alguna oportunidad de huir.

En el este los semáforos para peatones son un muñequito con sombrero.
No lo puedo explicar mejor, la idea cuando lo ves es un hombre con sombrero (parado o andando, rojo o verde, lo típico).
Me parece que la idea ha gustado y se está implantando también en el oeste.
Lo mejor de todo es que con esto hace merchandising (no sé qué dice la RAE respecto a esta palabra. Mercadeo creo que es marketing, ¿esto será mercadería?).
Hay camisetas, llaveros, bolsos...

En otras ciudades he visto al muñequito verde moverse y un contador con los segundos que quedan de verde (cada uno que decida si debe correr o con el tiempo que queda llegará al otro lado de la calle).
Esto es muchísimo más simple, basta con cambiar la plantilla al pintar.
Me imagino a los sovieticos, que decidieron cambiar la plantilla y en lugar de usar la estándar en todo el mundo prefirieron ponerle un sombrerito al muñeco (ya ves, en lo que te pones a cortar con las tijeras, que en lugar de tirar para un lado tiras para el otro).
¿Cuánto dinero estará dando una idea tan simple? Los comunistas no supieron aprovechar todo su potencial.

En cuanto al tema de saltarme los semáforos, parece claro que no es por una confusión en los colores, sino por falta de paciencia.
No me molesta esperar al muñequito para cruzar una calle, pero a veces me siento obligado.
Hay calles anchas donde hay que esperar una vez para cruzar hasta el medio (2 carriles para coches en un sentido). Otra vez para cruzar las vías del tranvía (2 carriles, uno en cada sentido).Otra vez para cruzar hasta el final (2 carriles para coches en sentido contrario a los que ya había cruzado).
¡Y es que estos semáforos no están sincronizados! Quiero decir que es muy fácil tener que esperar 3 veces.
No hay persona que lo resista.Y eso sin hablar de otras calles más anchas donde a una persona joven y atlética como yo (que subo a casa diariamente por las escaleras) no le da tiempo a cruzar antes de que llegue el muñeco rojo.
Una persona un poco mayor es absolutamente imposible que cruce bien siempre.
Me imagino al policía, al final de la acera, con el recetario pasando revista a todos los que empezaron en verde y terminaron en rojo.

Pensé que los alemanes eran increíblemente respetuosos con los semáforos, pero he descubierto que es imposible. La gente en ese aspecto es bastante normal.

Conclusión: para hacerlo bien sólo a veces mejor no preocuparse y cruzar cuando venga bien.

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