jueves, septiembre 13, 2007

 

Si fuera rico sería un hortera

Esta frase ha salido de mi boca hace poco. Ahora mismo es un consuelo pensar que poca gente me escucha.
Me fastidia repetirme, pero me niego a dejar de hablar para tener cosas nuevas que escribir.
Y lo de escribir tampoco lo dejaré, lo tengo como una necesidad.

Lo de ser rico tiene que tener su gracia, tantos millones de personas intentándolo tendrán su parte de razón.
Y lo de ser hortera, qué bobadas, también tiene que tener sus buenos momentos. A Paco Clavel y Agatha Ruíz de la Prada se los ve tan felices.

Tengo que reconocer que ser hortera es bastante fácil, sobre todo en esta bendita ciudad, y no necesariamente caro. La condición de ser rico la pongo por tener un punto de partida.

Aún está pendiente el proyecto de darme un paseo por el metro en pijama. Porque sí, porque me apetece, porque nadie se va a dar cuenta.
Claro que eso debe ser con buen tiempo, y hace bastantes semanas que no tenemos de eso. Me gusta que todavía me queden planes por hacer (¿para el verano que viene tal vez?).

Aquí los horteras tienen estilo, los buenos de verdad se esfuerzan bastante, la ropa que llevan no se encuentra en ningún lado.
Y los colores también los combinan que da gusto. Si yo, que no sé distinguir el rojo del granate, me doy cuenta de eso, es que debe de ser muy exagerado.
Capítulo especial merece lo de llevar sandalias y calcetines. No hago más que darle vueltas al asunto y no lo entiendo, no me entra en la cabeza.
No quiero ni entrar en cuestiones estéticas, es que una cosa contradice la otra.
Es como llevar bikini pero como hace frío ponerse unos leotardos debajo.
Es como llevar camiseta de manga corta y debajo la de manga larga (o no, que esto ya lo venden así en las tiendas).
Cada cosa tiene su momento y sus complementos, es lo bonito de vivir en una zona lejos del trópico, que existen distintas estaciones para ir cambiando el tipo de ropa.

Lo tengo decidido, mientras no nade en la abundancia seguiré intentando vestir medio normal.
No digo bien, bien, que hasta ahí tampoco llego, pero sí algo discreto. La idea de que un diseñador me pare por la calle y me descubra como un joven talento creador de tendencias nunca me la he llegado a plantear, no lo echaré de menos.
Incluso con dinero tendría mis limitaciones.

Pero en la casa, ahí sí que arrasaría con pasta.
Y no volvería a pisar el Ikea nunca más. Si acaso para comer las albóndigas o un desayuno, pero no por los muebles. Al fin y al cabo, dentro de lo malo no están tan mal.
Esta bendita ciudad está llena de tiendas de muebles.
Juraría que son muebles viejos, que han encontrado en un contenedor y a veces (pocas) han restaurado. Aunque últimamente estoy dudando, me comentan que es gente que se dedica a ir a subastas, a pueblos, a sitios abandonados... con furgonetas para luego vender esos muebles en mercadillos. Y lo venden caro, porque está de moda y da un toque retro.
También he visto bastantes tiendas de diseño.
Genial, lo más moderno. NO, se trata de diseño sesentero, sillones, lámparas, sillas, de las que siempre fueron demasiado futuristas para ser usadas, hasta que se quedaron pasadas de moda. Como una joven promesa de fútbol que pasa de ser invitado a una fiesta del Madrid a jugar en 3ª división.
No es que tengan un aire retro, sino que ya se quedaron anticuados, no tuvieron presente, desde el futuro entraron directamente en el pasado.
Y tienen una pinta de incómodas que duelen sólo con verlas.
Lo peor de todo, yo pensaría que los encontraron en un almacén abandonado y se quieren deshacer de todo, pero no es cierto, con los precios que tienen evidentemente lo que quieren es hacerse ricos. Seguramente hasta las están fabricando ahora mismo.
Y me encanta, si tuviera dinero creo que dejaría una habitación para decorarla así de hortera. Para luego no usarla, porque realmente no lo veo práctico, sería para pasear de vez en cuando. Algo así como un viaje en el tiempo, más aún, un viaje a otra dimensión, un universo paralelo. Como las drogas pero más caro.

Lo peligroso de los sueños es que a veces se cumplen. Espero no tener nunca tanto dinero como para cumplir esto.

Comments:
No puede ser que escribieras esto dos días antes de comprar la living colours. No puede ser. Tú me has engañado. La visita al Media Markt... todo estaba planeado. Me siento como en el Gran Bazar cuando C. y Mustafá se confabularon para que me llevara la cazadora de cuero.

Disfrútala mucho. Cuando quieras, hacemos una guerra de rayos.
 
¿Intuición, telepatía, clarividencia? Nunca me crees cuando te hablo de mis poderes.

No me mentes el Gran Bazar, que ahí el espíritu consumista también me poseyó.

Acepto el reto. Sólo falta encontrar escenario para el duelo.
 
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