martes, agosto 21, 2007

 

En cumplimiento de la normativa vigente

Más de una persona me ha asegurado que dentro de cada alemán hay un espía en potencia.
Esto podía ser cierto en los tiempos de la Stasi. Y la gente que estaba metida ahí, aunque fuera de colaborador, era demasiada para que hayan desaparecido todos.
Eso también explicaría por qué no se llevan las persianas y cortinas: si no quieres que te vean es que algo tienes que ocultar.
Y me ayuda a entender que nadie se preocupe por cómo van los demás, con calcetines y sandalias, desnudos por el parque, con los colores sin conjuntar (y para que yo me dé cuenta de esto es que la cosa está muy mal). En realidad sí se fijan, pero han desarrollado la capacidad de memorizar el entorno sin que se note.

Esa labor de espionaje les sirve cuando quieren hacer notar a alguien que actúan mal.
Y es que los alemanes son bastante rigurosos cuando se trata de seguir las normas. Sobre todo cuando se trata de que las cumplan los demás.
Puede ir un tío montado en bici de noche, sin luces, con el mp3 en las orejas, hablando por el móvil y llevando una cerveza en la mano libre. Además, en lugar de ir por el carril bici va por la acera, que suele tener menos baches.
Si tú vas por la acera en dirección contraria, ya se encargará de hacértelo notar.
En realidad tu delito es justo lo único que él hace bien, pero eso es lo de menos, estás infringiendo la ley.
Hay que entenderlo, ese tío ha tenido, por un momento, que pararse a pensar si podía seguir por su camino sin chocarse contigo o debía dejar de pedalear para evitar el choque, calcular la distancia, la velocidad, el insulto...
En el fondo me da lo mismo, entre su velocidad y la mía, que vamos en dirección contraria, habrá una velocidad relativa de 40km/hora, intuyo que me reprocha que vaya en dirección contraria, pero no entiendo nada.
En lo que me entero de que está hablando y trato de escuchar ya estamos demasiado lejos.
Si avisara en la distancia de que va a insultarme... pero en estas condiciones no, no tengo otra cosa que hacer que estar atento a esa gente.
Aunque en realidad muchas veces sí sé lo que va a pasar, simplemente no me apetece hacerles caso.

Otro día vi como uno asomado del balcón gritaba a unos turistas que habían montado a los niños en unos columpios de patio interior, en plena zona llena de turistas.
Hombre, que si ese señor, que ya andaría jubilado, quiere montar esa tarde en los columpios y está ocupado por niños extranjeros, es normal que le moleste.
Ejemplos hay muchos más, como los que se quejan por las fiestas en casa, aunque el ruido no les llegue.

Hay veces en las que me encanta no entenderlos

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