jueves, julio 19, 2007

 

Complejo de inquisidor

Empiezo a sospechar que los historiadores nos cuentan las cosas como les apetece. No es que la Inquisición se dedicara a quemar brujas por mantener el imperio del miedo y tener a la población a su merced. A esa gente le gustaba hacer barbacoas y compartirlas con el pueblo. Otra cosa es que en aquellos tiempos la comida sólo estuviera al alcance de los nobles y al final tiraran de lo que más a mano tenían: pecadores, que de esos está el mundo lleno.

Hubo algún momento de mi vida en que pensé que el hombre sabía hacer fuego por instinto.
El hombre como macho, no como ser humano. Si una mujer sabe encender y mantener un fuego será porque le ha visto algún sentido práctico.
Con el tiempo he ido descubriendo que más que de una virtud se trata de una tendencia pirómana que se trata de ocultar y sale a la luz cuando se hace una barbacoa.

Me gusta cómo se lo montan en Alemania.
Ya no sé decidir si por la importancia que le dan o justamente por lo contrario. La mezcla de la contradicción, seguramente.
Por un lado las barbacoas podrían llegar a un punto de obsesión. No están acostumbrados a días que inviten a comer en el campo y, en cuanto ven un rayo de sol, se lanzan a ello.
Se colocan en los parques, a la orilla del río, en el jardín de casa, en la terraza/balcón de casa... seguro que alguno ha montado parrillada en una maceta junto al aparcamiento.
Por otra parte, no le dan tanto bombo como en España, que podemos tirarnos una semana de planificación. Más bien hablando de planificación; la gracia está en improvisar a última hora.
El mito del alemán planificador se cae por su propio peso en este tema.
Nadie puede predecir si mañana hará buen día, así que si hoy hace sol, se tira de carpe-diem, se va al super a comprar comida y bebida y al lío. En menos de una hora puede convertirse de sugerencia en realidad.
Y ni siquiera necesitan gran infraestructura: tienen las cosas básicas necesarias y con eso sale perfecto. Ni platos ignífugos que se podrían usar para recoger hierro fundido en una acería, ni cubiertos, vasos, sillas, mesas, nevera, hielo, paellera... nada.
Basta la barbacoa, unas pinzas (esto va por gustos, un par para manejar el carbón y otro para la comida o mezclar una cosa con otra) y una manta para sentarse.
Esa forma de simplificarlo todo me hace pensar si lo llevarán en los genes. O se lo enseñan desde pequeñitos en el cole.
Quizá sea necesario para considerarse alemán.
Puede que lo exijan para acceder a la ciudadanía. Esto explicaría que los turcos intentaran compensar su falta de integración y problemas con el idioma mediante el fuego (si una cosa la llevan muy mal y la otra muy bien, la media acaba siendo algo neutral).

Y todo esto sin entrar a valorar a los hombres-barbacoa.
Son unos señores que suelen estar por el centro (zona turística) y tienen una mochila con bombona de gas por detrás y por delante la parrilla donde asan las salchicas (el catálogo de productos se acaba ahí).
La imagen es como la de las cigarrilleras de los clubes de alterne de las películas de los 50 pero a lo bruto.
Cargan con todo, seguro que algunos tienen la cocina más pequeña que lo que llevan estos a cuestas.
Y si en verano es duro por el calor, en invierno tienen que aguantar la lluvia y el frío ahí parados. Y a algún graciosillo al que le parece divertido hacerse una foto con el pobre explotado (ay, yo todavía no consigo quitarme esta vergüenza de encima).

A la hora de marcharse, dejar las botellas tiradas no es guarrería, es solidaridad con los que se dedican a recogerlas. Entre 8 y 25 céntimos según el tipo de botella.
Para ellos seguro que es más agradable que asomarse a las papeleras de las estaciones, que es donde los suelo ver, algunos incluso con linterna para inspeccionar bien.

Lo que fallamos de momento es a la hora de empezar. Si a las 10 oscurece y empezamos a las 9, con la iluminación que hay la carne acaba cruda o quemada. Es emocionante como la ruleta rusa.


Comments:
Hombre, el hombre barbacoa es algo exótico. Yo por lo menos ni había oído hablar de él.

A mí me gustaría verlo. No hacerme una foto con él, pero sí verlo a él solo, o incluso haciendo su trabajo, etc.
 
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