martes, junio 12, 2007

 

El grave problema de las drogas

Seguramente es una leyenda universal en España (ni identidades nacionales ni nada) que a las puertas de los coles se pone un señor a repartir caramelos con drogas.
Pedazo de campaña de promoción, van regalando hasta que los niños se enganchan y luego se los cobran. A ese nivel sólo llega Coca-Cola.
Con mi capacidad de abstracción yo iba más allá y sabía que lo mismo que daban caramelos podían repartir cualquier otro dulce, como chocolatinas, y hasta cromos impregnados en droga, que te enganchan sólo por tocarlos. Que los traficantes son muy listos, si los niños están prevenidos contra los caramelos, se cambia el producto para engañarlos.
Por otro lado está la típica frase de peli de Hollywood "durará menos que un pastel a la puerta del colegio". Una vez que yo tenía establecida la conexión entre dulce y droga, eso abarcaba hasta los pasteles. Los niños bien enseñados no comerían una tarta abandonada a la puerta.
Aún hoy, con parte de mi inocencia perdida, me cuesta entender la frase. Un pastel a la puerta del colegio podría quedar revenido antes de ser comido. O que sólo se acercaran los niños con vocación de yonquis.

Siguiendo con el tema de las drogas, el otro día, haciendo repaso de inventario en casa (repaso mental, no me dedico a abrir y registrar mis propios cajones, no tengo tantos), me acordé de que tengo botiquín. No creo que nadie llamará botiquín a un cajón donde tengo cosas sueltas, pero todas las medicinas de la casa están ahí (al lado del betún y no recuerdo qué más).
No suelo ser muy previsor, pero me parecía útil tener lo básico para caso de urgencia, que buscar una farmacia de guardia y hacerme entender estando bajo mínimos puede ser durillo.
La lista de dolencias para las que estoy preparado cabría en el margen de una tarjeta de visita, pero aún así no cubro expectativas.

Y estoy pensando ahora qué hacer con las drogas que tengo acumuladas (ponerlas en la puerta del colegio, quizás).
Recuerdo que había una leyenda que decía que mezclar aspirinas con Coca-Cola tenía algún efecto. Si no fuera porque estoy dejando la perjudicial Coca-Cola (no gana a la cerveza ni por precio) podría probarlo y aprender cosas.
Me estaba planteando darme de cabezazos contra las paredes, a ver si el dolor de cabeza me motiva a tomar aspirinas. Seguro que si agrieto alguna pared no me devuelven la fianza del alquiler. Descartada esta opción.
También tengo algún otro medicamento para el estómago. Fui pesimista antes de llegar aquí y preveía maltratar más a mi cuerpo. O eso o lo tengo entrenado a prueba de bombas. De todas formas, podría ser la oportunidad de comprobar los límites del esfuerzo y saber a partir de qué punto necesito antiácidos, qué mezclas me sientan mal según las horas, etc. Si alguna vez quiero hacerlo, este es el momento.
Y no recuerdo más, las gasas no creo que sirvan para cultivar nuevas legumbres y, con eso de que no tengo accidentes con la bici, está el paquete sin abrir.

Esta claro que este país, uno de los más importantes en el sector químico y farmacéutico, no habrá alcanzado su nivel de desarrollo gracias a mí consumo.
A veces me pregunto cuál es mi aportación aquí.

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