martes, febrero 20, 2007

 

Déjalos, para una fiesta que tienen

A estas alturas ya tengo bastante claro que la mayor actividad cultural y fiestera de este bendito país se concentra sobre todo en esta bendita ciudad.

Sin embargo tiene la generosidad suficiente para no acaparar absolutamente todas las fiestas, les deja algo a los demás, como el Mercadillo de Navidad de Nuremberg, la fiesta de octubre que se celebra en Munich en septiembre, la calle de las putas en Hamburgo y el carnaval en Düsseldorf y Colonia.

Esta vez tocó carnaval.
Como cualquier par de ciudades vecinas que se precien, Colonia y Düsseldorf son rivales (como mínimo para el carnaval), de tal forma que no se puede comparar la fiesta en una con la de la otra, no se pueden cantar canciones que alaban al enemigo, etc. Hasta escuché una canción que decía algo como que se puede celebrar el carnaval en Munich, Stuttgart o Berlín, pero que de ninguna manera en Colonia.
A los berlineses lo que suceda a orillas del Rin les importa bastante poco. Que se desahoguen cantando sus canciones hasta quedarse ciegos.

Por lo que vi, hay tres reglas para disfrutar del carnaval: disfrazarse, emborracharse y romper botellas contra el suelo.
Una vez más, no conseguí integrarme y cumplí una de tres. Mamá, espero que en esta ocasión sí estés orgullosa de este elegido apartheid.

Esto de los disfraces está divertido, uno se da un paseo y aplaude a los que tienen disfraces orginales, admira a los que se lo han currado (con más o menos éxito, lo importante es el cariño con que lo hacen) y desprecia a los que, a última hora, compraron un traje ya hecho (con estos, además, me sentía identificado).
Otro punto importante es emborracharse, casi más que lo del disfraz.
Los niños no, a esos los padres los llevan muy formalitos. Pero desde luego eran mayoría los adultos (o larvas de adulto), con su botella de cerveza en la mano.
Lo de romper las botellas, sinceramente no lo tengo claro, yo sólo veía muchos cristales por el suelo. Creo que sólo la mitad eran destrozadas al primer intento, el resto simplemente se dejaban en el suelo y luego, por accidente, se acababan rompiendo.
Porque eso de dejar las botellas en el suelo es de los más cívico que hay.
No es como tirar desperdicios, hay gente que se dedica a recoger las botellas vacías y cambiarlas por dinero en los supermercados.
De siempre lo he visto, por las estaciones de metro es fácil encontrar a alguien asomando a las papeleras y recoger botellas.
Porque por aquí cobran un depósito de unos 15 céntimos (ó 25, depende del recipiente) por botella, incluso al comprarla en el supermercado. Luego ese dinero lo devuelven al entregar el frasco.
Con todo lo tacaños que dicen que son los alemanes, en las fiestas son capaces de dejar en un rincón (o incluso entregar en mano) las botellas vacías para que alguien las recoja y se gane el sueldo (seguro que mucho dinero en algunas fiestas). También es cierto que son más de lo normal los que recuperan el depósito de la botella aunque no necesiten el dinero.

Me comentaba alguien que con máscara uno se atreve a hablar con todo el mundo, porque no se le reconoce. Sin máscara aquí tampoco me conoce nadie. La idea me hizo reflexionar.

Comments:
Bueno y esa foto con disfraz ¿para cuando?
 
No hay fotos, va contra las normas. Con lo bonito que es imaginar cosas...

El límite de cervezas lo marca la vejiga y la pereza de tener que ir a mear y pagar por ello.
 
El precio por micción es tarifa plana o depende de la generosidad de cada uno y el miedo que dé la señora que está vigilando. Depende del sitio
 
Lo de la máscara está bien para hacer un poco el payasete o el vándalo sin temor a quedar como el culo, pero para asuntos sentimentales tales como declaraciones no le veo futuro a la cosa.

Por cierto, el tal joshef ese es un poco cochino! ;-D
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?