martes, diciembre 12, 2006

 

Malos pelos

Es una canción de Kiko Veneno.

Hubo un tiempo en que le cogí el gusto y la aprendí casi de memoria. "Malos pelos dónde iras/siempre se levanta tarde/...".

También pensé poner de título "Suéltate el pelo" -como la peli de los Hombres G (antes de su primera y nunca bien ponderada retirada)-, pero me cae mejor el Kiko.

Llegó la semana pasada el momento de ir a la pelu.
Sabía que tendría que llegar y lo había estado alargando demasiado.
En realidad no sé por qué, si en España no suelo quedar completamente satisfecho (y siempre he pensado que domino el idioma), aquí no podría ser peor.

Según lo planeaba ya me planteé llevar una foto de Matt Damon y decir que me dejara como él, pero seamos realistas: yo no tengo los ojos claros.

Después de practicar varias veces y preguntar cómo se decía que quiero cortarme el pelo fui a la que tengo más cerca de casa (que no la más barata, pero como siempre eso lo descubre uno cuando ya ha hecho el gasto).
Allí que entro y me viene una chica interrogándome con la mirada.
¿Chica, qué voy a querer? Pues que al lío, no sé cuántas cosas hacéis aquí; que si tuviera las raíces negras todavía podría pensar que quiero teñirme.
Me hizo esperar unos 10 minutos (imagino que estaría charlando con su amiga en un cuarto interior, porque tenían a otra pobre con las mechas delante de un espejo y no había nadie más en el local).

Que cómo quiero me pregunta, pues normal, corto.
Aquí ya había previsto que llegaría la gran duda, no sabía bien cómo decirle.
Nada, que le dije que quería que me cortara a 12 milímetros (alta tecnología, que miden el pelo).
En realidad es la misma máquina cortadora que en España, pero en el lateral en lugar de poner un número entre el 0 y el 5 lo ponen en milímetros.
Suena más a farol que a realidad.

Al final de todo casi me gustó más que otras veces.
No se empeñaba en darme conversación, no se entretenía cortando al aire, hizo su trabajo sin tonterías.
Duró la mitad de lo que estoy acostumbrado, pero salí con la misma sensación de siempre.

Duro fue el momento de pedirle que las patillas también debía cortarlas, que no sé cómo se dirán y es posible que nunca aprenda, aunque con las manitas ya nos pudimos entender.

Sólo me pregunto si la cara de borde la tendrá así siempre o a mí me consideraba un cliente especial.


Comments:
A mí no tienes que convencerme de que el corte es sencillo, pero por más que cambiaba de sitio siempre tardaban unos 20 minutos dándole rollo al asunto y nunca quedaba con ganas de repetir pelu.
Lo de cambiar de estilo... se me ocurren tonterías más interesantes que esa.
 
Sigues siendo más viejo que muchos, eso no te lo quitará nadie.
Yo hasta diría que ya eres un señor.
 
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