viernes, octubre 13, 2006

 

Santiago y cierra España

La recepción en la embajada por el día de la hispanidad estuvo bien.
Es una de esas cosas que no te acaban de convencer, pero la primera vez al menos hay que ir. Sobre todo porque vas a ver los salones y mirando las cosas, pensando cúanto le costará el alquiler al embajador, si pagará mucho en calefacción, etc.

A la entrada estaban el embajador y señora, con otros cuatro más (consejeros, debían ser), saludando y dando la mano a todo el mundo.
Mucha gente, gente con pinta de diplomáticos, muy serios ellos, otros con uniforme y galones y toda la parafernalia del ejército y luego el resto del mundo.
Esperaba que estuviera lleno de jamón, empanada, croquetas, empanadillas, tortillas... no sé, lo típico para decir que era de España. Lo que suele llamarse "un vino español".
Pues nada, jamón sí y croquetas (redondas, eso no parecían ni croquetas), el resto eran canapés y pijadillas así; muy chulo todo, y algunas cosas bastante buenas, pero en fin, que eso lo hace cualquier empresa de cattering.

Al principio estuvimos un poco pardillos, impresionados por las galas de la gente, esperando a que pasaran las bandejas cerca nuestro, pero dando una vuelta por ahí encontramos un salón con una mesa donde nos hicimos el self-service.
Por cierto que los más trajeados no son los que mejor mantienen las formas, tragan como los demás o más (la confianza debe ser, que les hace comer a dos carrillos).

Ya al salir nos fuimos a tomar algo, aprovechando el traje y el nudo de la corbata que, una vez más, me tuvieron que hacer.

A ver si leo un poco los periódicos, que me acabo de enterar que es una de mis tareas en la oficina.

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